Vivimos en un país dónde la corrupción, la incompetencia y la mentira están tan arraigadas al entramado político que el electorado ya está inmunìzado. Los simpatizantes de un partido no acostumbran a cambiar de opinión, ni de voto, a pesar de que sus representantes actúen de manera inmoral o incluso ilegal.
Supongo que nos falta algo de cultura democrática, por lo de Franco y tal. Aunque la verdad es que no sé si después de cincuenta años todavía podemos utilizar la excusa de la dictadura franquista para justificar el desastre de políticos que tenemos.
Está claro que entre los españoles la famosa picaresca todavía conserva una buena reputación. Y en política, por partida doble. Por un lado, el que un candidato sea espabilado se percibe como una cualidad. Por el otro, a diferencia del intelectual, perfecto pero distante, la imperfección del político listillo lo convierte en un ser mucho más humano.
Los votantes quieren gobernantes con los que se puedan sentir identificados, personas sencillas, imperfectas, vulnerables, humanas. Lo dicen los expertos. No lo digo yo.
Mariano Rajoy se hacía el tonto. O directamente lo era. Y es… En cualquier caso, esa imagen de bobo que proyecta no sólo lo humaniza, sino que lo exime de toda maldad a ojos de la opinión pública. Como si la gente idiota fuera buena por naturaleza!
El que poco tiene de tonto es Pedro Sánchez, actual presidente del gobierno. Sánchez ha publicado una carta de denuncia ante la campaña de descrédito y acoso hacia su mujer por parte del sindicato Manos Limpias. Además, ha acusado a Vox y al PP de jugar sucio. Muy sucio.
En este escrito, Sánchez confiesa el amor que siente por su pareja y advierte de su posible dimisión como presidente del ejecutivo para evitar que su esposa sufra por este motivo.
En un momento crítico de su trayectoria política, con una imagen muy desgastada por el tema de la amnistía, Pedro Sánchez ha sorprendido a todos mostrándose como un hombre enamorado, con principios y capaz de anteponer su familia a su trabajo y a sus ambiciones laborales y políticas.
Además de exponer su lado más humano y vulnerable, y sin parecer una estrategia maquiavélica, Sánchez ha sabido deshumanizar a sus adversarios políticos. ¡Porque una cosa es la picaresca y la otra la maldad pura!
Pedro Sánchez “el humano”
