Aunque por el título no lo parezca, hoy hablaré, alto y claro -y en castellano, porque puedo, de la independencia de Cataluña. Y precisamente en el título está la clave del mensaje que deseo transmitir al mundo, con la ayuda de todos los que lo lean y compartan mi teoría.
Se comenta, se rumorea y publican los periódicos (o al revés) que el secretario general de la ONU (de cuyo nombre no quiero acordarme) ha dicho, textualmente: “Cuando se habla de autodeterminación, hay algunas áreas que han sido reconocidas por las Naciones Unidas como territorios no autónomos. Pero Cataluña no está en esa categoría”. Zasca!!!! Y añade: “Soy consciente de que este es un asunto muy delicado y como secretario general de la ONU no estoy en condiciones de hacer comentarios sobre este tema porque es estrictamente interno”. Y yo me pregunto: ¿Pues porqué los haces? ¿Se te ha escapado? No, hombre, no, se huele que intentas decirnos algo, un mensaje oculto entre lineas.
Después de darle muchas vueltas, y quizás porque todavía tengo la memoria fresca de una reciente conversación a propósito de las virtudes de cierta señora, encontré una posible respuesta bajo el nombre de carrete filipino.
Como una cosa lleva a la otra, del carrete filipino me fui al tailandés y de éste a las técnicas francesa y griega, pasando por la postura alemana y la española o cubana. Todo en el Google… Así me di cuenta que cualquier país que se precie tiene una práctica sexual con denominación de origen.
¿Y Cataluña? ¿Tenemos derecho a tener un Estado propio? Más allá de las opiniones (de los ciudadanos, de los líderes de opinión, de los representantes políticos) están los hechos, o mejor dicho, actos. Y si, señoría, tenemos acto con denominación de origen: La catalana (en Google encontraréis los detalles, si queréis).*
Y La catalana debería explotarse más. Propongo ponerla sobre la mesa de las negociaciones futuras con Madrid, Europa y el mundo. Aprovechémosla como argumento de que, autónomos o no, tenemos tanto derecho a la autodeterminación como griegos, franceses o suecos. Incluso más. A ver sr. Rajoy: “que prefiere usted “una catalana” o “un griego y un francés”?
Mal ejemplo, Mariano, dejemos el tema, ya veo que esta disquisición no lleva a ninguna parte.
*Ante la demanda popular (hay alguno que no lo ha encontrado) aquí tenéis un ejemplo ilustrado de La catalana