Lo mejor, y lo peor, de las fiestas navideñas son las comidas familiares. Nutren el cuerpo (el propio y el de toda la Guardia Civil entera) y también el alma. Te ponen a prueba el hígado, sometido a excesos de vino y cava y también de ciertos comentarios que requieren tenerlo de un buen tamaño: El hígado.
Y qué sé yo si el volumen de ciertas partes masculinas va aumentando al ritmo de los no solicitados consejos ajenos!
Y qué sé yo del subidón de azúcar provocado por el dardo viperino de turno que te llega desde el cariño junto a un buen pedazo de turrón!
Dicho esto, cuando las comilonas se alargan demasiado y las tertulias paralelas agotan los temas libres de riesgo, es posible, incluso probable, que la jornada termine en indigestión.
No es el caso de los Plomez. No pas. De hecho, en sus encuentros el espíritu navideño se pone el casco y los guantes de boxeo para observar, atónito, el arte de discutir con vehemencia (a los gritos) incluso siendo todas las partes favorables a la misma opción. Debe ser cosa de la boira.
Muy bueno el comentario , pero los plomez no discutimos nunca los plomez cambian ideas , y regalos y todos juntos molemos al TIO a palos
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