It is a truth universally acknowledged, como diría Jane Austen, que muchas mujeres en edad casadera renuncian a la comodidad en favor de la estética. Afirman sin complejos que ambos conceptos están absoluta y fatídicamente reñidos entre sí. Vinculan la comodidad con el feminismo y el feminismo con lo antifemenino.
Más que integrarse prefieren diluirse entre las masas de la mediocridad, sin atreverse a cruzar el umbral de su propia personalidad. Critican las faldas demasiado cortas de las otras y se empeñan en seguir los cánones de mujer decente y sumisa ideados por mentes masculinas demasiado confusas e inseguras sobre su propia masculinidad como para apreciar la esencia del eterno femenino.
Fueron niñas de pelo largo que cumplieron con las expectativas de madres y abuelas al pedir el disfraz de princesa (aunque secretamente desearan el de zombi).
Ahora son mujeres jóvenes que ya no se disfrazan de princesa decente. Tampoco de zombi. Ellos tampoco. Ellos van de mujer o de nada. Ellas van de Olivia Newton John en Grease. Sacan pecho, su lado más sexy y encuentran el motivo ideal y la ropa prohibida.
El Carnaval es para esas mujeres jóvenes como la noche de Belle de Jour lo es para Catherine Denueve. Cómo van a vestirse de oveja pudiendo hacerlo de zorra? Y para nada es un insulto. Reivindico el derecho y el placer de toda mujer a sacar la zorra que lleva dentro. Aunque no debería ser necesario esperar a Carnaval, digo yo.
Una reflexió tristement certa. Quantes oprimides pel patriarcat!
M'agradaM'agrada