Encuesta a mano alzada impulsada por un reconocido fotógrafo sobre la idoneidad de publicar la imagen de Aylán. Cuatro opciones para un auditorio formado en su mayoría por estudiantes de un máster en periodismo internacional impartido por la Pompeu Fabra. Les irá bien. Siguen los pasos de sus maestros, convencidos, aparentemente, de que los cánones éticos convencionales adquieren nuevas interpretaciones cuando se dispone de carnet de prensa. Como si por ser periodista dejaras de ser persona. Privilegios y obligaciones que se han determinado desde la superioridad moral que muchos periodistas se autoadjudican.
La encuesta tiene trampa. Las muestras de entusiasmo del encuestador ante las escasas respuestas “incorrectas” denotan cierta ansiedad. Ansias de reafirmarse y verse reafirmado en su decisión de publicar la foto de un niño muerto sin consentimiento. Decisión que no se merece mi respeto.
Inquietantes son todas vuestras justificaciones. Aquí os dejo mi opinión, por si le importa a alguien: