Están los malos. Y luego están los que hacen reir.
Están las que solamente hablan de las injusticias de género. También están los que gritan e insultan al público. Y los que dan lecciones morales.
Están los famosos y los desconocidos; los que viven de la comedia y los que nunca lo harán; los que llevan años actuando solamente en open mics de la capital y no tienen más de veinte minutos de texto y los que hacen bolos de hora y media por todo el país.
Están los que salen con la libretita o el móvil y los que no necesitan chuleta; los que acompañan el texto con acting y los que están clavados en el escenario.
Están los arrogantes y los perdedores.
Están los que nunca hablan sobre sí mismos y los que hablan sobre sí mismos, aunque en realidad mienten.
Y luego están los Perfectamente Imperfectos.
